Si no fuera por ese dia, todo hubiese sucedido de noche. Y la noche se lo hubiese tragado completo. Pero no se lo tragó completo, y ese día sucedió... y sucedió... y sucedió.
Anoche soñé. Soñé con ese día, completamente de noche. Completamente azul, aunque no era el príncipe que esperaba, era el día con el que todas las noches había soñado. Era esa estrella, era esa mueca, era esa campera, era esa palabra. Era solo un día completamente de noche.
Me miraste sonriendo. Por haberte encontrado, no podía reir, sólo buscaba hacia donde huir, para poder despertar. Me desperté con ganas de llorar. Y me dije: fue solo una pesadilla.
No supe hacia donde mirar cuando abrí los ojos, sabía que aún estaba oscuro afuera, en la calle, pero las luces cegaban mi realidad. Escuché el silencio, y me tapé hasta la cabeza, mordiendo la frazada mientras no pensaba. No, no pensaba. Estaba todo oscuro, era el día de noche más feliz.
Me encontré esquivando, horas más tarde, la noche de verdad. Como si tuviese que atardecer eternamente. Antes, esperaba ansiosa que oscureciera. Ahora, no puedo evitarlo, solo oscurece, y amanece, oscurece y amanece. El día gira sobre un eje que dibuja extasiadamente la rutina, y la noche corre maratones compitiendo por cual se lleva más lágrimas por delante. Y ya estoy seca de todo esto. Todo pasa muy rápido y miró un par de pasos hacia adelante, y veo como da piruetas el camino que tengo que recorrer, y mis replanteos se vuelven inútiles para aclarar las cosas.
Anoche soñé. Soñé con ese día, completamente de noche. Completamente azul, aunque no era el príncipe que esperaba, era el día con el que todas las noches había soñado. Era esa estrella, era esa mueca, era esa campera, era esa palabra. Era solo un día completamente de noche.
Me miraste sonriendo. Por haberte encontrado, no podía reir, sólo buscaba hacia donde huir, para poder despertar. Me desperté con ganas de llorar. Y me dije: fue solo una pesadilla.
No supe hacia donde mirar cuando abrí los ojos, sabía que aún estaba oscuro afuera, en la calle, pero las luces cegaban mi realidad. Escuché el silencio, y me tapé hasta la cabeza, mordiendo la frazada mientras no pensaba. No, no pensaba. Estaba todo oscuro, era el día de noche más feliz.
Me encontré esquivando, horas más tarde, la noche de verdad. Como si tuviese que atardecer eternamente. Antes, esperaba ansiosa que oscureciera. Ahora, no puedo evitarlo, solo oscurece, y amanece, oscurece y amanece. El día gira sobre un eje que dibuja extasiadamente la rutina, y la noche corre maratones compitiendo por cual se lleva más lágrimas por delante. Y ya estoy seca de todo esto. Todo pasa muy rápido y miró un par de pasos hacia adelante, y veo como da piruetas el camino que tengo que recorrer, y mis replanteos se vuelven inútiles para aclarar las cosas.
Nunca había tenido que olvidarme de algo. Mis amigas me dirían en este instante: si tuviste, pero no lo hiciste. Y yo estaría cambiando mi versión para defenderme: no tuve, solo olvidé.
1 comentario:
En ocasiones solo se conserva lo que se echa a perder. No hay mejor formol que el olvido. (webónimo).
IXX
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