sábado, 7 de junio de 2008

Out Loud to anyone III


El agua se desliza por todo mi cuerpo limpiando toda esa mierda que día a día intenta afirmarse más, infiltrándose al cuerpo. Indistinta, cierro los ojos, para puterame al "conmigo misma", decirme todo lo que no debo hacer, condicionando lo que siento, y lo que me permití sentir en algún momento. La cortina beige me separa de la realidad, y bajo una ducha de agua hirviendo, lloro. Se queman todos los poros que dejaron respirar mi piel alguna tarde de verano apresada del "así soy yo, y así quiero seguir". Se queman, y no dejan rastro de esas chimeneas que exhalaron el humo más denso de las noches porteñas más promiscuas de un beso. No puedo evitar pensarlo. No puedo evitar darme cuenta que aprendí a separar las cosas, que ya no es lo mismo. Que sé exactamente que es lo que siento, aunque la desepción inunde la bañera antes que el agua caliente que corre desparramándose por los mosaicos. Si pudiese enojarme también lo haría. Pero solo refresco mis mejillas, y me tapo la cara con las manos. Me agarro de los pelos, me estiro la sien, me aplasto el cráneo, me aprieto los ojos, me quemo la frente... Quiero tapar el dolor de algo más jodido, de algo que no había sentido. Y dejo de pensar. Y me doy cuenta de que ya no interesa, todo esto, son palabras. Al fin y al cabo es donde acaban por terminar.

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