Hoy me acosté frente al rosedal, a ver como se mezclaban la palmera y esas ramas retorcidas del árbol con pies de elefante. Uno de los pajaritos que daban vueltas, se poso sobre la cabeza del elefante, que se asomaba entre el pasto y las orillas del lago. Suspendido sobre el agua y con el pico enterrado en el barro, entre la yerba que gabi habia acabado de tirar, un pato sacudia su diminuta cabeza. Pensé lo que habíamos hablado con mis viejos, en que seria un pato si tuviese que elegir entre cualquier animal. Un pato. Nadaría todo el día y echaría a volar si así lo quisiera. Migraría por temporadas, y conocería muchos otros patos como yo, de plumas blancas, negras, y mestizas, con los picos amarillos como los limones. Conocería los lagos escondidos, y con más juncos que existen. Me sentaría a descanzar en la hierba y apreciaría todo tipo de flores campestres. Las amarillas serían mis favoritas. Limpiaría mis plumas todo el día y solo me enamoraría de mi misma, así solo yo podría desepcionarme. Luego me amigaría con mis patas, y saldríamos a nadar otro rato. Así todo sería fácil, volaría como siempre quise, nadaría como siempre supe, descansaría con las flores como siempre hice. Imaginaría todo un mundo para mi, un mundo donde todo lo que haría sería soñar, que algún día pudiese aprender a amar, a otro que no sea yo misma. Soñaría con ser humana. Con una casa sobre una colina, a las afueras de un pueblo remoto, donde aún hubiesen flores y lagos. Donde tuviese un baño con una bañera de porcelana, blanca con patas de metal, esas que se llenan de burbujas si las provocás. Con una cocina de madera pura, y un horno de barro, para poder cocinar pan casero. Con una mesa, rodeada de paredes tapizadas con un floreado delicado y campestre. quizas, de color crema y amarillo. Con una ventana de cortinas blancas, con volados. Por donde todas las mañana entre el sol, e ilumine tenuemente un florero con flores rojas y naranjas, quizá tulipanes. Y que al caminar por el piso de madera, a pocos pasos este la cama, con un gran colchon y con un acolchado hecho de retazos de distintas telas de colores, y con almohadas bordadas. Donde dormiría largas siestas a no acabar, y por las noches tendría una ventana por la cual vería el cielo, enorme y profundo, las esterellas y la luna. Estaría tan lejos de todo, que escribiría todos los días, tendría manos para hacerlo. Plasmaría historias jamas contadas, jamás vividas. Iría de vez en cuando al pueblo. Y bailaría a la luz de una fogata, con mis pies, proque tendría pies, y serían bellísimos. El pueblo tendría una banda, una orquesta, de guitarras españolas, tambores, gaitas, y flautas. Y todos bailarían hasta pasado el amanecer. Hasta que el fuego se apague. Tambíen iría al pueblo para comprar naranjas, manzanas y uvas. También visitaría la biblioteca, de los libros más excéntricos, y las novelas mas irrealistas. Luego volvería mi casa, en la colina, con mis pies y mis manos. Ya no tendría plumas, ya no podría nadar, ni esconderme entre los juncos de los lagos, pero sería feliz. Conmigo misma. Tendría paz. No es que siendo pato no lo sea, solo que soy un pato que imagina. Ese tipo de pato, es el que quisiera ser si tuviese que elegir algún animal. Hace frío, o no, pero hay viento, y eso me da frío. Frente al rosedal, los patitos se acomulan, estan a menos de un metro mío. Las chicas hablan de chicos. Y yo hablo de patos. No es que quisiera distraerme.
Where all at once was this moment of beauty..,