Hace mucho que no escribo, por falta de motivación o porque perdí de vista a la persona a quién imagino leyendo. Dada la situación, escribiendo nuevamente sobre papel, con biromes que me permitan un trazo fluido cosa que no se me escape ningún pensamiento, pensé, que había encontrado otra vez mi destinatario, pero todas las palabras, todos los pensamientos eran o bien son, demasiado fuertes para dejarlos vagar sin respuesta. Están rogando por un cachetazo firme y doloroso, que los haga retractarse. Retractarse de todo, volver tan atrás, incluso antes de que el primer hilo de reflexión se atropellara con los rasgos más inocuos del intelecto. Antes de tomar una decisión que envolviera más allá de una circunstancia, sino la desenvoltura de diversos hechos que se desencadenaron unos tras otros. Hoy, al pie de la montaña, miro hacia atrás hacia la cima, al ayer. Y me veo pequeñita, y con el miedo aterrador a bajar rodando, miedo a las heridas que eso me pudiese provocar. Me toco los brazos, las piernas, los labios, el pelo, restos, restos y más restos, de todo ese recorrido, de esa bajada desenfrenada. Palabras irreversibles, personas irrecuperables, y claro, una mente más abierta, abierta a golpes, pero abierta. Puedo decir, que un poquito crecí, a los tumbos, pero crecí. Y en este momento, sintiéndome ansiosa, quiero retomar el camino desde el cual me desvié tan burdamente, pero no puedo. Y vuelvo y lo intento, pero me cuesta, pero no llego. Ahí en ese lugar está la persona a quien escribo, la persona a la que me gustaría explicarle, otra vez, porque no pude seguir caminando a su lado. Pero otro miedo me acecha y esta vez, es uno grande, el miedo a haber cambiado de corazón, el miedo a que haya cambiado su corazón. Ese miedo, que involucra dos corazones nuevos, cambiados, con nuevas razones y nuevas metas, dos órganos que palpitan arbitrariamente, en distinta sintonía. Dos pasiones que quizás no puedan volverse a llevar como antes, pero no quiero perder la oportunidad de decirlo, al menos no quiero perder la oportunidad de intentar por única vez, hacerlos latir a la par.
Exit sin o
-
Ella me dijo ‘tenemos que hablar’ y cuando una mujer te dice ‘tenemos que
hablar’ es para despedirse. En realidad no ‘tenemos que hablar’, se trata
de ell...
Hace 6 días
No hay comentarios:
Publicar un comentario