miércoles, 26 de mayo de 2010

¿Cómo llamás a eso?


Cuando el tiempo pasa, y el reloj da las 12 cada minuto, los días parecen delirar solos, escabullirse tan rápidamente. Y vuelvo a esa semana, si, la llamo así porque no fueron más que unos días los que recuerdo, como recopilados. A pesar de que sé que fue más tiempo.
La inocencia en ese momento, dejaba que desear, pero no habia hambre de urgencias. Estaba lista para nunca dejar de ser una nena y únicamente quería ir de la mano con la persona que más quisiera que me quisiera.
Todavía no habia leído Nietzsche, ni sabía que El Padrino era un libro. Aún vibraban en mis dedos las notas de temas de Maná, con los primeros y únicos punteos que supe tocar. Todavía me la podía dar de ingenua y realmente serlo, colgarme al cuello amuletos que no daban suerte, y robar miradas provocadas sin saberlo.

No sabía nada, no entendía nada. Solo impulsiva, hacía lo que muchos intervienen antes de dejar salir a la luz. Era chica.

La semana pasada me acosté pensando en el error. En el punto conflictivo que produjo que todo resultara como resultó y me arrepentí, obviamente. Empecé a extrañar, cosas simples, detalles, boludeces. Un anillo, una sonrisa, una palabra, un silencio. Y terminé por extrañar lo que jamás tuve.
A imaginar que con él hablaba. A imaginar, que no pensaba que era estúpido que le dijera todo eso después de tanto tiempo, de estos años.

Cómo le llamas a eso?

Definitivamente no lo llamás de ningún modo, lo olvidás.

Si bastaran un par de canciones, para que desde el cielo nos llovieran antiguos amores,
que una noche se fueron...

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