miércoles, 24 de diciembre de 2008

Con ella


La poesía no fue incendiada en esta fogata.
Ni tus poemas fueron recitados.
Las hojas se quemaron de a poco,
nadie pudo leerlos,
siquiera saber si existieron.

Las cosas cambiaron antes que la dirección del viento.
Y llovió antes de chocar las nubes.
Nos mojamos sin saber,
que había quienes nos persiguieran con paragüas,
hasta cesar la tormenta.

Miramos fijo el cielo.
Vimos caer los momentos.
Como arena entre los dedos,
se destrozaron contra el suelo,
y salpicaron la botamanga de nuestra confianza.

Caminamos de la mano.
Nadie pudo verte.
Comenzé a enloquecer de soledad,
y a apretarte día a día más fuerte la mano,
para que nunca dejes de ser mi ilusión.

Para que nunca te alejes.

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